Hacia una Odontología más saludable

Una investigadora del INTEMA trabaja con curcumina como producto natural para tratamientos dentales.


Silvana Asmussen, es Licenciada en Química, Doctora en Ciencia de Materiales y es parte del Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA, CONICET-UNMDP) desde el 2006, donde inició su carrera de investigación como becaria hasta llegar a ingresar como investigadora en 2012.

Eligió la carrera de Química en los últimos años de la escuela primaria, “porque quería saber cómo estaban hechas las cremas y shampues, ¡no me preguntes porqué, pero yo quería saber eso!”, comenta sonriente. La inquietud fue más fuerte y su papá, apoyando su deseo, la anotó en la Escuela Industrial ENET 1, actualmente la EEST 3, porque tenía orientación en Química, a pesar de que las docentes de la primaria le recomendaban que se anote en alguna institución secundaria con orientación social. “Fui la única mujer en mi curso hasta tercer año. Y adoré cada año y cada materia que fui haciendo allí”, señala.

La inquietud sobre las cremas la llevó a participar en varias Ferias de Ciencia con una compañera presentando un trabajo sobre tinturas químicas o vegetales, proyecto con el recibieron el Premio Lobo de Mar en 1995.  Y en esa misma Feria de Ciencias de Bernal conoció a quien sería su compañero desde entonces y con el que tienen un hijo de doce años.

Cuando ingresó al organismo comenzó a trabajar junto a Claudia Vallo, investigadora actualmente jubilada y también perteneciente al INTEMA, en el desarrollo de resinas dentales para mejorar el desgaste y la contracción que se produce en la polimerización.

Su tema general siempre fue la fotopolimerización de materiales, pero su tesis estaba orientada a materiales dentales, tema con el que aún sigue trabajando y por el cual recibió el Premio Innovar 2021.

La fotopolimerización es el proceso a través del cual el polímero se forma por medio de la luz. Para que comience la reacción se necesita un “iniciador” que es el que absorbe la luz de determinada longitud de onda. “En los materiales dentales se busca que los iniciadores absorban luz visible porque es una aplicación en un ser humano, antes se usaba luz ultravioleta pero se estudió que tenía efectos negativos en la salud, o que las infrarrojas calientan el agua contenida en los tejidos y puede generar quemaduras. Entonces, lo que se selecciona es una longitud de onda visible, de 400 a 700 nanómetros”, explica Asmussen.

Así surgió la búsqueda y el desarrollo de distintos sistemas iniciadores que reemplazaran el uso de las aminas (un tipo de compuesto químico orgánico), porque está comprobado que son negativas para la salud humana cuando quedan sin reaccionar. Los sistemas actuales están formados por canforquinona, una molécula amarilla que absorbe luz azul y una amina, esa conjunción produce la reacción de iniciación que luego produce un polímero.  La investigadora señala: “Todo esto surgió en mi tesis doctoral en el 2009. Luego continué trabajando desde esa misma línea en el desarrollo de materiales de fotocurado en general. Y así llegamos al uso de la curcumina como fotoiniciador de la reacción de polimerización”.

Con este elemento, se buscaba encontrar nuevos y mejores sistemas iniciadores de la polimerización que sean más biocompatibles a partir de compuestos naturales. Sin embargo, faltaba un detalle para que la técnica funcione.

En el 2017, Asmussen decidió participar en un congreso de Fotoquímica y eso generó un paso importante en la línea de investigación. “Yo siempre iba a los congresos de materiales, no a los de química, pero necesitaba entender por qué el sistema no reaccionaba y cuando nos pusimos a releer nuestros propios estudios y ya con ocho años de información al respecto, al volver al tema e interactuar con profesionales de otra rama, logramos ver cuál era otro camino posible”.  Allí incorporan las dicetonas (compuestos orgánicos que se utilizan como iniciadores de la polimerización por luz o sea como fotoiniciadores) y el sistema finalmente reaccionó y funcionó.

En odontología usualmente se utiliza la luz azul que emite a 470 nanómetros. Para que se produzca la reacción ese iniciador tiene que absorber a esa longitud de onda. Generalmente las moléculas que absorben a esa longitud tienen que tener un color amarillo o anaranjado y la curcumina cumple con esas condiciones. “Además es natural, ya que es el colorante natural de la cúrcuma, y es económica. Todo eso hizo que miráramos a ese producto natural como posible material de exploración. Y efectivamente funcionó”, agrega la investigadora.

La curcumina también tiene otros beneficios en uso odontológico: produce una reacción rápida para que el paciente no esté mucho tiempo con la boca abierta, es soluble en el sistema, blanquea en muy poco tiempo y no utiliza aminas terciarias para la reacción de iniciación. De esta manera, queda en evidencia que son muchos los requisitos que cumple la curcumina como sistema fotoiniciador.

Comparativamente con los sistemas tradicionales, se compara la velocidad, la calidad del blanqueamiento, la conversión y todos los parámetros son semejantes a la de los materiales que actualmente se utilizan comercialmente.

Con respecto a la aplicación de este este sistema en consultorios odontológicos, Asmussen indica que, aunque la curcumina y las resinas se utilizan en la actualidad en diversas aplicaciones en el área de salud quedan pendientes los pasos para la aprobación del sistema para el uso en humanos. “Ya tenemos iniciado un pedido de patente a través de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) para que la propuesta llegue a empresas y que los beneficios de la curcumina lleguen finalmente a la población”, añade.

Además, la resina y el fotoiniciador tienen potencial uso en otras aplicaciones tecnológicas como por ejemplo envases, o en procedimientos que se requiera un material obtenido a través de la técnica de fotopolimerizacion en general.

En la actualidad, desde el grupo Compuesto Estructurado Termorrígido, Asmussen está más enfocada en materiales fotopolimerizables pero compuestos, es decir estructurales reforzados con fibra de vidrio o de carbono. También trabaja en el desarrollo de autopartes con el equipo de Exequiel Rodriguez, por ejemplo, en la mejora de materiales como capó de autos para lograr mejor tiempo de curado y brindar cualidades de liviandad y ahorro energético. Y agrega que: “La técnica de fotopolimerización es mucho más amigable ecológicamente porque no consume solventes como otras técnicas y se mejoran los tiempos de procesamiento”.

Silvana lleva treinta años en el mundo de la Química y afirma que lo que más le seduce de su trabajo “es el desafío a lo desconocido, a tratar de solucionar algo y dar mil vueltas durante el día a un problema para obtener un resultado diferente, también me encanta que no es rutinario y te permite tener una mirada amplia de lo que se puede hacer”.

Por Sabrina Aguilera para el CONICET Mar del Plata