11 de septiembre: investigar la historia financiera de la educación

Con motivo de recordarse el Día del maestro en homenaje al fallecimiento de Sarmiento, el investigador del CONICET José Bustamante Vismara comparte algunos hechos importantes de la historia financiera de la educación en Argentina.


En 1943 la Conferencia Interamericana de Educación estableció el 11 de septiembre como el Día del Maestro en homenaje al paso a la inmortalidad de Domingo Faustino Sarmiento. El historiador José Bustamante Vismara del Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales (INHUS, CONICET-UNMDP) se especializa desde hace más de veinte años en educación de principios del siglo XIX. En su recorrido analiza cómo la institución fue cambiando dentro del aula, en el marco de sus leyes y normativas en su contexto histórico.

La educación en Argentina está directamente relacionada al nombre de Domingo Faustino Sarmiento, esto se debe, entre otras cosas al rol fundamental que el prócer tuvo en la formación del sistema educativo. En un mundo donde acceder a la educación básica era un privilegio exclusivo para las clases altas Sarmiento trabajó para disminuir el analfabetismo, desde los diferentes roles que desempeñó en el Estado. En 1880, durante la presidencia de Roca, se lo designó al frente del Consejo Nacional de Educación, y en 1884 se sancionó la ley 1420, por la que el sanjuanino trabajó mucho, dándole marco legal a la educación por más de 100 años. La normativa estableció la obligatoriedad de la enseñanza primaria, su carácter gratuito y laico a cargo del Estado. Bustamante Vismara indaga en los detalles de ésta y otras leyes y su aplicación en las primeras aulas de Argentina.

“Hoy en día, por ejemplo, la educación encuentra en el alumno un punto axial de referencia. Es interesante observar cómo la escuela de aquellos años no está cristalizada y se va construyendo en las decisiones de la comunidad local, del Estado y de los métodos que circulan y eso es fascinante porque creo que genera una potente mirada para lo contemporáneo. La escuela era diferente en sus inicios. Por esto hoy tenemos la oportunidad de que sea distinta, no es algo que está dado y va a ser siempre así. De hecho, la pandemia nos enseñó que podía cambiar. Somos nosotros quienes decidimos cómo modificarla o no”, analiza Bustamante.

Si bien la ley indicaba cómo tenía que ser la escuela, la institución aún estaba en construcción. En ese momento el edificio, la figura del docente, la formación que se daba en el magisterio y el lugar de sus estudiantes, era muy diferente. El historiador analiza, especialmente las cuestiones financieras dentro del área educativa y ha publicado artículos analizando distintos aspectos de la educación en esa época. Uno de ellos surge a partir de un dato revelador en un archivo: había legajos de cobro de matrículas en escuelas supuestamente gratuitas, o al menos así lo establecía la Ley.

Bustamante indagó en este asunto, revisando documentación del Consejo Nacional de Educación resguardado en el Archivo General de la Nación de Buenos Aires y material de la prensa educativa. Allí encontró que se realizaban pagos pequeños utilizados para arreglos en los edificios y no todos los niños lo realizaban. Es importante resaltar que el cobro de matrículas no es sinónimo de que la escuela pública argentina haya sido arancelada, señala el historiador. Este análisis está plasmado en el artículo “Educación y finanzas: el pago de matrículas en escuelas públicas (Argentina, fines del siglo XIX)” donde, además, examina cómo fue la administración de esos montos recaudados tanto en Capital Federal, como en los Territorios y Colonias Nacionales, donde la Ley Educativa tenía injerencia.

El especialista señala que esta investigación abre la puerta a nuevos interrogantes, como la falta de registro del cobro de matrículas a niñas, ya que sólo se encuentra registro del cobro a niños, por ejemplo. Surge entonces la pregunta ¿este hecho tiene que ver con que no se registraba el género o que ellas no eran matriculadas? Y algo semejante ocurre con otros grupos invisibilizados en la escuela, como la sociedad indígena. “En La Pampa y Buenos Aires no podemos encontrar a los hijos de las comunidades indígenas, aun cuando sabemos que existían en la ciudad de Azul, por nombrar un ejemplo, un asentamiento muy grande desde 1830, pero no encontramos que sus escuelas señalen problemas lingüísticos, no están distinguidos”, sostiene Bustamante.

El historiador busca encontrar esa información que los registros ocultan con un trabajo minucioso y consciente. “Hay que preguntarse siempre ¿Qué es lo que hoy no estamos viendo? Porque siempre vamos a tener sesgos, no podemos abarcar el todo, pero hay que ser sensibles para ver qué se nos podría estar escapando. Los sesgos están, por eso cuando se trabaja históricamente hay que meterse en la fuente y escurrirla, leerlas en contexto, en su coyuntura, saber bien quién está hablando, dónde circula esa información, si se publicó y dónde y tener empatía con el personaje de estudio”, explica José.

Bustamante señala que aún queda mucho por investigar sobre finanzas en la educación desde la historia y también desde la docencia, donde su tema de investigación está íntimamente relacionado y afirma: “La docencia es un canal donde se comunica y se pone en jaque lo que hacemos formando recursos humanos, ese es un impacto muy potente que se suma al trabajo de extensión y que nos permite interaccionar con la sociedad”.

En el área de extensión Bustamante dirige proyectos desde 2015 que vinculan directamente su tema de trabajo con un equipo interdisciplinario que transforma los registros escolares en patrimonio archivístico y que además constituye un dispositivo pedagógico para prácticas docentes de alumnos con estudiantes. Así trabajaron con los colegios Amuyen, Yumbel y actualmente tienen en desarrollo un proyecto con el Complejo Mariano Moreno- Manuel Belgrano. El grupo está formado hoy por diez personas, pero han pasado más de 30 profesionales, de bibliotecología, de historia, de archivología, de sociología, entre otros.

Así mismo Bustamante ha publicado, junto a Flavia Fiorucci, el libro “Palabras Claves en la historia de la educación” que consiste en una curaduría de términos de la historia de la educación, realizada por especialistas en cada uno de los términos abordados. “Palabras clave fue una forma de generar herramientas que hablan del universo de la educación poniendo a disponibilidad información y la fuente de una persona especialista en el tema”, añade José.

En el 2021 fue reconocido con el Premio Rubén Cuccuzza como mejor trabajo sobre historia de la lectura, la escritura y los manuales escolares por su escrito “Tres millones de ejemplares: un acercamiento a la construcción del mercado de libros para escuelas desde la trayectoria de Marcos Sastre “. En este documento analiza la organización de las escuelas y de la producción de manuales en Buenos Aires a partir del trabajo de Sastre.

“Es un tema muy sensible y aún poco explorado, que tiene mucho por decir y directamente relacionado con la actualidad argentina. Por ejemplo, cuando aparece la posibilidad de una disminución en el presupuesto educativo surgen respuestas inmediatas y conocer el recorrido histórico es indispensable para entender el presente del área”, concluye el investigador.

 

Por Daniela Garanzini para CONICET Mar del Plata