“El 24 de marzo es una fecha en la que recordamos la violencia y el horror producido pero también honramos y celebramos la vida de las personas que lucharon contra esa dictadura y anhelaban un mundo diferente”, inicia así el diálogo Agustina Catalano y nos invita a sumergirnos de lleno en la obra de Roberto Santoro. Un hombre que hizo un gran aporte a la cultura de los años 60 y 70 en diferentes roles y quien fue secuestado de la escuela en la que trabaja como jefe de preceptores el 1 de junio de 1977, permaneciendo como un desaparecido hasta el día de hoy.
Agustina Catalano, becaria doctoral del CONICET Mar del Plata y Profesora en Letras, lleva adelante sus tesis de doctorado sobre la obra del escritor argentino Roberto Santoro en la tradición literaria argentina, en el marco de la literatura nacional durante los años 60, indagando su poesía y sus prácticas como gestor cultural, las revistas que dirigió, los grupos políticos y gremiales en los que sostuvo una activa militancia en su rol como editor autogestivo e independiente.
Roberto Santoro fue multifacético: era poeta, promotor cultural, escritor, editor de libros, organizador de lecturas en sociedades de fomento, clubes barriales, universidades, plazas y militante. Nació en Buenos Aires en 1939, publicó alrededor de 16 libros de poesía, en los que confluyen distintas estéticas, preocupaciones y temas de la época. Dirigió Barrilete una revista cultural muy importante en los años 60, que además funcionó como editorial autogestionada y espacio de encuentro de muchos escritores y artistas de la época.
Desde Barrilete publicó cuadernillos compilatorios de poemas sobre temas del momento y también entrevistas, reseñas de libros y obras de teatro, difusión de poetas jóvenes, polémicas con otros grupos literarios, debates políticos y noticias. Era una suerte de vidriera de lo que se estaba produciendo entonces y también un lugar donde Santoro y sus amigos y compañeros experimentaban literariamente.
Además compiló un libro sobre fútbol, «Literatura de la pelota», en el que se reúnen textos de diferentes autores sobre este deporte, un trabajo bastante pionero y singular para entonces. Dentro del área teatral presentó la obra de teatro «En esta tierra lo que mata es la humedad», en la calle Corrientes en 1972, con banda en vivo, dirigida por Lorenzo Quinteros, en la que se declamaban poemas suyos, con improvisaciones y parodias. Ya en la segunda mitad de los 70, armó el grupo «Gente de Buenos Aires», con el que editó y publicó más libros o cuadernillos porque “en verdad su edición tiene algo de cartonero, de materiales baratos y populares, un trabajo verdaderamente artesanal y cooperativo”, advierte la científica.
Fue militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Desde sus inicios se vinculó a la actividad política, especialmente la gremial. Bregó por los derechos de los escritores, artistas y músicos muy tempranamente. Y todo esto lo hizo mientras criaba una hija y vivía de otros trabajos: pintor, feriante, vendedor de artículos de limpieza, preceptor, incluso fue acomodador de autos en la puerta de un cementerio.
Catalano reflexiona: “Suena romántico, quizás, pero efectivamente fue así, Santoro puso todo lo que tenía en pos de un mundo de igualdad, donde el acceso a la cultura no fuera el privilegio de unos pocos”. Concepto que debemos revalorizar a 45 años de aquel Golpe Cívico Militar que buscó borrar no sólo lo material sino también lo simbólico, redes culturales, afectivas y de pensamiento, potentes y transformadoras, que crearon personas como Santoro. Y agrega: “El 24 de marzo es un momento más que adecuado para reivindicar ese entramado roto, sí, pero de ninguna manera perdido ni olvidado”.
El trabajo de Santoro es sumamente actual por varios motivos, advierte la especialista, porque en su escritura está el testimonio de lo que significó vivir en el contexto de una represión generalizada y además porque las cosas que hizo están en diálogo con la cultura actual. Muchas de sus preocupaciones, preguntas, dudas y certezas continúan vigentes: especialmente aquellas que se centran en la situación de los escritores en relación al trabajo, las problemáticas vinculadas con la edición y publicación de libros, la difusión y llegada al público de la creación artística, “su voz nos siguen haciendo reflexionar”, agrega.
Este trabajo de investigación lleva a Agustina a diversas entrevistas a escritores, militantes y artistas que compartieron ruta con Santoro, familiares, amistades, colegas, que compartieron documentación y testimonios fundamentales. “Investigar es una práctica heterogénea, que en múltiples ocasiones te encuentra en la calle, viajando en tren, conociendo personas de diferentes partes del país, teniendo una conversación telefónica de madrugada con alguien que está lejos, revisando o escaneando papeles, desgrabando entrevistas”, cuenta la profesora.
El proceso de reconstruir la historia la llevó a Catalano a encontrarse con materiales desconocidos, inéditos, que quizás circularon entre familiares o amigos, porque la gran mayoría de escritores de esa época fueron secuestrados y desaparecidos. Y detalla: “Esto casi siempre es un problema para la investigación, por decirlo de algún modo, por lo que supone la pérdida simbólica de obras, documentos, archivos”, por eso el trabajo de socialización y de puesta en valor de lo que esas personas produjeron es fundamental.
El trabajo de investigación que desarrolla Agutina Catalano se enmarca en el grupo de investigación “Literatura, política y cambio” dirigido por la investigadora independiente del CONICET Nancy Fernández y el docente e investigador de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) Edgardo Berg, que se encuentra en la Facultad de Humanidades de la UNMDP. Desde 2009 se dedican a investigar y reflexionar sobre las relaciones posibles entre la literatura argentina, la historia, la política, la economía, la violencia, los medios de comunicación, las nuevas tecnologías, la música y otras artes, desde el siglo XIX hasta la actualidad, construyendo colectivamente saberes y conocimientos.
Agustina recuerda haberse conmovido al leer Operación Masacre, libro del también desaparecido Rodolfo Walsh, a sus escasos 15 años y encuentra en esa obra la motivación que la llevó a leer toda su literatura. Algo de esa escritura la inquietaba, la llamaba a querer saber más de aquellos años oscuros y distantes pero muy presentes. “Habrá quienes dicen que hablar de los años 70 «ya fue», que es un capítulo «cerrado», que ya no más; pero es un momento tan sensible y a la vez tan significante de la historia argentina que todo lo que hay para responder, buscar, cuestionar, repensar y conocer desborda cualquier tipo de investigación”, advierte la especialista.
Al hablar de los años de represión y violación de derechos humanos es importante remarcar que se trata de un «pasado abierto» que, por las condiciones de censura, desaparición, persecución y destrucción, está en un continuo hacerse o armarse, por lo que no llegamos nunca a conocerlo por completo. “El pasado le está hablando al presente todo el tiempo y los sujetos a su vez estamos siempre buscando información del pasado, ya sea porque queremos saber el origen del planeta Tierra o del cosmos o porque nos interesa estar al tanto de lo que pasó cultural y artísticamente en el pasado reciente de nuestro país: todo está conectado y cruzado”, concluye la becaria.
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en esta tierra grande
de tanto golpe grande
de tanto odio grande
de tanta basura
de tanta locura
en esta tierra grande
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«En esta tierra», Roberto Santoro 1939- desaparecido
«Roberto Jorge Santoro. Sangre grupo A, factor RH negativo, 34 años. 12 horas diarias a la búsqueda castradora, inhumana, del sueldo que no alcanza. Dos empleos, escritor surrealista, es decir, realista del sur. Vivo en una pieza. Hijo de obreros, tengo conciencia de clase. Rechazo ser travesti del sistema, esa podrida máquina social que hace que un hombre deje de ser un hombre, obligándolo a tener un despertador en el culo, una boleta de Prode en la cabeza y un candado en la boca».
Por Daniela Garanzini-Departamento de Comunicación CONICET Mar del Plata