28 de mayo: Día de la Gestión Menstrual y la mirada desde la ciencia

El 28 de mayo de 1988 fue establecido, el día de la Gestión Menstrual con el objetivo de poner el tema en la agenda pública, que deje de ser un tabú y un proceso que genere desigualdad. Desde el CONICET Mar del Plata dialogamos con Ornela Barone Zallocco, becaria del organismo y especialista en visualidades y experiencias sobre el ciclo menstrual.


La Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe (RSMLAC) propuso en 1987  establecer un día a nivel mundial en favor de la salud de las mujeres. El siguiente año la organización determinó al día 28 del mes de mayo como la fecha conmemorativa, considerando que el ciclo menstrual dura aproximadamente 28 días y su duración es de cinco. El objetivo de tener una fecha como ésta es poder dar visibilización a un proceso que experimenta la mitad de la humanidad.

Ornela Barone Zallocco es Profesora y Diseñadora en Comunicación Visual, becaria del CONICET y madre de Lilei se dedica a investigar sobre visualidades y experiencias del ciclo menstrual. La diseñadora se especializó en educación, imágenes y medios y en su tesis doctoral aborda narrativas auto-biográficas sobre las experiencias sensibles en estudiantes de la educación secundaria obligatoria respecto del ciclo menstrual.

De esta manera, Ornela analiza las imágenes e imaginarios que se encuentran asociadas a la menstruación en adolescentes. “No se trata sólo de lo que vivimos cuando menstruamos, sino de cómo nos dicen que debe ser, qué es normal y sobretodo como se le da (in)visibilidad en las aulas desde el material bibliográfico, por ejemplo, cuando es enseñado en función de la reproducción”, explica Barone Zallocco.

Cuando concluyó con la carrera como comunicadora visual, cuenta que no encontraba un espacio donde realmente explorar sus intereses. En ese momento Ornela se dedicó a la docencia al mismo tiempo que siguió formándose. Se diplomó en construcción de proyectos e investigación cualitativa en Ciencias sociales y en Educación, imágenes y medios pero que fue recién después de la llegada de Lilei que logró encontrar el tema de investigación que hoy la ocupa y que es el encuentro de sus propios intereses y afinidades: vincular las imágenes y visualidades que la menstruación genera en las personas jóvenes que asisten a instituciones educativas. “Poder llevar a cabo este tipo de proyectos me permite tener los pies en la tierra y que la investigación cobre sentido más allá de la producción de conocimiento académico”, declara Ornela.

Para cumplir con el objetivo que plantea su tesis doctoral Ornela entrevista a estudiantes y docentes de secundaria, tanto de gestión pública como privada, confesionales y no confesionales y también de educación técnica sobre las experiencias alrededor de la menstruación, especialmente situaciones como “el manchado”. Además evalúa el material bibliográfico con que se aborda este tema, desde el contenido redactado hasta las imágenes que lo acompañan.

Los libros muestran que la menstruación es el embarazo no logrado, como si fuese sólo un proceso de descarte que, además, se vivencia sólo desde el útero. Cuando también forman parte del proceso el hígado, el riñón, el bazo y otros órganos fundamentales para la formación y circulación de la sangre, Todos los órganos están involucrados en el ciclo, dado que somos un organismo complejo y lo vivimos con todo el cuerpo y este hecho es ignorado en los niveles educativos”, cuenta Ornela.  De hecho, la especialista señala en sus investigaciones que los cuadernillos que explican la menstruación como “la pérdida de sangre por la vagina, que se repite todos los meses y que se produce cuando el óvulo no se fertilizó y entonces se desprende, que junto con la sangre y otros tejidos es desechado” planteando que la menstruación es un desecho corporal y no un proceso fisiológico como cualquier otro.

Por otra parte, el tratamiento de la temática se encuentra limitado a materias como Biología, Salud y adolescencia o ciencias naturales. Es por esta razón que el abordaje Cuir que plantea la especialista resulta innovador ya que plantea una alteración de lo establecido buscando herramientas que permitan desmitificar los discursos normalizadores y estereotipados al respecto y que potencien la curiosidad respecto de un proceso tan orgánico como respirar. La pedagogía cuir se concibe como un modo de cuestionar lo establecido, dado que históricamente los cuerpos y los conocimientos son organizados desde la educación este tipo de abordaje cuestiona el discurso hegemónico enseñado tradicionalmente en las instituciones educativas, por ejemplo en lo que respecta a identidad de género. La Teoría Cuir en la que se enmarca establece que no existen sólo dos géneros, como tradicionalmente se enseñaba.

Inicialmente, el 28  de mayo fue plantado como el día de la Higiene Menstrual, pero este término lleva arraigada consigo la idea de que la menstruación es algo sucio y por lo tanto estigmatizante, por eso que en nuestra región se le asignó el nombre de Gestión Menstrual. La especialista va un poco más allá y plantea que “hay que sacar a la menstruación del armario”, porque las personas que menstrúan –12 millones en nuestro país según UNICEF- lo hacen durante 40 años, cada 28 días –salvo excepciones por embarazo u otra razón- y  sin embargo es un hecho que, según las imposiciones sociales, debe ser ocultado, es un secreto, y en el peor de los casos, es considerado un desecho.

En su más reciente trabajo publicado “Teñir la ESI de rojo menstrual”, Ornela explora a través de narrativas biográficas la experiencia de menstruar y mancharse en espacios educativos. “Vergüenza”, “poca información”, “soledad”, “miedo”, “experiencia que me marcó” son palabras y sentires que se repiten en el análisis de personas que han experimentado el manchado de su ropa con sangre menstrual.  Ornela plantea que es indispensable que se aborde el ciclo menstrual sin distinción de género, y que no esté  inscripto en la biología o la heteronormatividad, ya que hay varones trans que también menstrúan y que no son contemplados en la representación de los libros y cuadernillos, por ejemplo. Y además, que el proceso debe ser considerado desde la mayor amorosidad posible, donde nadie deba sentirse culpable o sucia por algo que, en definitiva, no depende de la propia voluntad.

A la experiencia subjetiva, los imaginarios y sensaciones que rodean al proceso menstrual se suma un factor no menor: el costo de menstruar. El Ministerio de Economía y la Jefatura de Gabinete del Gobierno Nacional informaron que el gasto en productos para la gestión menstrual representa hasta $ 4.300 al año. En los hogares con menores ingresos el gasto anual de dos personas que requieran de estos elementos puede llegar a representar hasta un mes y medio de ingresos, lo que intensifica la brecha económica entre géneros, según informó la directora de Género del Ministerio de Economía, Mercedes D’Alessandro, en el último informe al respecto.

La especialista señala la importancia de considerar el factor económico cuando se piensa en personas que deben gestionar su sangrado con productos descartables, al mismo tiempo que afrontan dificultades económicas, el escaso acceso a la información sobre el propio cuerpo y en ocasiones la poca accesibilidad al sistema de salud.  Todo esto genera en última instancia que aquellas personas que no tienen acceso a estos productos se ausenten en sus trayectorias educativas, aumentando aún más la desigualdad que ya experimentaban por otros factores.

Ornela concluye invitando a reflexionar en torno a un proceso tan orgánico como diferente en cada persona, con amorosidad dentro de las instituciones educativas que permita desandar los mandatos que habitan los cuerpos no masculinos desde una Educación Sexual Integral. “Pensemos la menstruación de una manera más orgánica e integral, pensando el ciclo desde otro lugar, no normalizado, porque eso significaría que hay ciclos que, si se apartan de la norma, están mal, ni naturalizarlo, porque alrededor de este proceso hay mucho de construcción cultural porque después de todo: Menstruar es político”.

 

Por Daniela Garanzini para CONICET Mar del Plata