La disminución en la cantidad de abejas en el mundo es una preocupación creciente. Sin abejas no hay polinización, y con ello se perderían un importante porcentaje de la producción de cultivos que son dependientes de polinizadores. En consecuencia si no hay cosechas, la alimentación de los seres humanos peligra. Sin embargo, la ciencia genera distintas herramientas para mitigar la crisis que enfrentan las abejas. Una de ellas es BeeFlow, una empresa de base tecnológica que brinda servicios de polinización, integrando el trabajo de apicultores, agricultores y científicos.
Beeflow utiliza diferentes tecnologías para el manejo del sistema integrando a las abejas, los cultivos y las personas que trabajan con ellos. “El mundo vegetal le pertenece al agricultor, el mundo de la abeja al apicultor y el complejo sistema que se genera entre la abeja y la planta es donde está Beeflow, tratando de entenderlo y mejorarlo”, explica Pedro Negri, investigador asistente del CONICET y co-30fundador del emprendimiento.
El servicio que ofrecen involucra conocer los cultivos y abejas de la zona, entrenarlas y suplementar su alimentación para que estén sanas y puedan llevar a cabo la tarea de la manera más eficiente posible. Además, las colmenas son protegidas de la aplicación de agroquímicos que se realizan en los cultivos para que la colmena vuelva a su apiario. La integración de las diferentes estrategias genera un aumento de entre el 20 y el 90 por ciento de la producción de diferentes cultivos.
Las estrategias que utilizan para entrenar y mejorar el desempeño de las abejas están respaldadas por conocimiento científico. Por un lado, está el entrenamiento que reciben las abejas para que polinicen más ciertas flores, que son aquellas de interés agronómico. La tecnología empleada se basa en la utilización de moléculas naturales que estimula a las abejas a visitar con mayor frecuencia determinados cultivos. La misma fue desarrollada por otro investigador, Walter Farina, que trabaja en aprendizaje y comportamiento de abejas sociales en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIByNE- CONICET, UBA) de la ciudad de Buenos Aires.
La otra tecnología que aplican en las abejas fue desarrollada por Negri en su tesis doctoral. En este caso se trata de suplementar la alimentación de las colmenas que van a ser trasladadas a los campos productivos con suplementos dietarios naturales que mejoran la salud, fortaleciendo su sistema inmune y entonces mejorando su rendimiento. “Al estar más sanas las abejas tienen posibilidad de salir a polinizar, incluso con bajas temperaturas, sin que eso resienta su salud. Así, cuando termina el trabajo vuelve a su colmenar sana, sin presentar un riesgo para el apicultor”, explica Negri.
El conocimiento de los apicultores tiene su valor dentro de Beeflow, quienes además de establecer un precio realista a sus colmenas para la tarea, pueden formar parte del trabajo realizado en el campo, monitoreando la polinización y utilizando su conocimiento en el tema. “Las colmenas se colocan estratégicamente y se controlan mediante auditorías activas, donde los encargados de ver el funcionamiento de la colmena en el campo son apicultores contratados, que toman decisiones sobre éstas, siguiendo protocolos y con la manera de trabajar y comprender las abejas que tenemos en Beeflow”, detalla el investigador.
La empresa surgió a partir de 2016 cuando fueron convocados por la aceleradora de empresas de base biotecnológica GridX, el Licenciado en Administración de Empresas Matías Viel y los investigadores asistentes del CONICET Pedro Negri y Agustín Saez. Negri investiga los efectos de la nutrición sobre la respuesta inmunológica de la abeja común y su relación con la polinización en el Laboratorio de Artrópodos que funciona en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata, y Agustín Saez que, desde el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INBIOMA-CONICET, UNCo) en Bariloche, investiga el impacto de los polinizadores invasores en sistemas naturales y agrícolas.
Los tres fundadores se plantearon qué estrategias podían desarrollar para mejorar la polinización a nivel global. Hoy Beeflow es una empresa consolidada, con un staff estable de 13 personas trabajando de manera permanente que opera en Argentina y Estados Unidos, contando con base de trabajo tanto en California como en Sierra de los Padres.
“En lo personal Beeflow significa aprendizaje, un aprendizaje que no se puede cuantificar, pero que sin dudas excede lo esperado. Permitió mi crecimiento profesional y personal, porque entiendo que mi profesión es parte de mi vida, es una pasión. Con esta experiencia pude conocer gente, ambientes, desarmar prejuicios, sobretodo el hecho de pensar que la ciencia y la empresa no podían vincularse. Beeflow es la muestra de que el conocimiento puede transformarse en algo útil para toda la sociedad”, concluye Negri.