Energía a partir de desechos: otro modelo es posible

En un contexto ambiental preocupante, la ciencia local busca alternativas que puedan proveer de energía a las pequeñas poblaciones revalorizando los desechos. Desde el CONICET Mar del Plata dialogamos con Elisa Erbetta, ingeniera agrónoma y becaria del IPADS, sobre el uso de residuos de la industria agropecuaria para la producción de biogás.


¿Es posible la producción de biogás en la provincia de Buenos Aires?  Es casi un hecho, porque el grupo de investigación “Biomasa y Bioenergía”, con sede en el Instituto  de Innovación para la Producción Agropecuaria y el Desarrollo Sostenible (IPADS, INTA-CONICET) del cual forma parte Elisa Erbetta, trabaja en el tema y han avanzado en la construcción de un biodigestor para proveer a los domicilios de la localidad de Los Pinos. Se trata de un “tanque agitado” de concreto de 100 m3 que será alimentado principalmente con los residuos de una granja avícola y un criadero de cerdos ubicados a menos de 800 metros de la instalación.

El biogás es rico en metano y dióxido de carbono y se produce a partir de la digestión anaeróbica -en ausencia de oxígeno- de materia orgánica. La producción de este compuesto es considerada una de las tecnologías más limpias y eficientes, pudiendo reemplazar a otras fuentes de energía y ser beneficioso en términos ambientales pero también desde el aspecto socio-económico. Poder utilizar este tipo de sistemas tendría un impacto positivo en pequeñas comunidades, donde la principal fuente de energía doméstica sigue siendo en base a la quema de combustibles sólidos como la leña y el carbón. De esta manera no sólo se evita la deforestación para ese fin, sino que además se genera una mejora en la calidad de vida de las personas que trabajan y viven lejos de las grandes urbes, aprovechándose la biomasa disponible  proveniente de actividades ganaderas desarrolladas en cercanía.

El proyecto de la ingeniera agrónoma tiene como objetivo contribuir a la generación de estrategias para la producción eficiente y sostenible de biogás y biofertilizantes a partir de residuos como motor del desarrollo rural en el Sudeste Bonaerense. “Se construyó un biodigestor en Los Pinos, una pequeña localidad rural del partido de Balcarce, gracias a la participación de un gran grupo de trabajo integrado por investigadores de distintas disciplinas, el municipio, empresas privadas y la propia comunidad de Los Pinos. Si bien el proyecto en este momento está frenado por el actual contexto de pandemia, el biodigestor está terminado y se espera retomar pronto con la construcción de instalaciones complementarias necesarias para su correcto funcionamiento gracias al apoyo de una empresa agroindustria local con la cual se está firmando un convenio”, detalla la especialista.

Específicamente Elisa investiga la producción de biomasa de sorgo para ser utilizada como co-sustrato para la producción de biogás. Su trabajo va desde la evaluación del rendimiento y calidad de la biomasa de diferentes genotipos de sorgo cultivados con diferente disponibilidad de agua hasta el efecto de la duración del almacenamiento de la biomasa en el silo. La becaria es parte del grupo de investigación dirigido por la investigadora adjunta del CONICET María Mercedes Echarte, bioquímica de profesión y referente en el tema biogás y del que también forman parte  la investigadora independiente del CONICET Laura Echarte, especializada en prácticas de manejo que incrementen la eficiencia en el uso del agua en los sistemas agrícolas, la becaria doctoral Nadia Gabbanelli, la becaria postdoctoral María Eugenia Sanz Smachetti y la Licenciada en Química y estudiante de postgrado Nelida Posse.

Por su parte, Elisa es amante de la ciencia y las caminatas por las sierras balcarceñas. Comenzó su doctorado en 2017, dirigida por Mercedes Echarte, conjugando su experiencia previa en el cultivo de sorgo en el proyecto de producción de bioenergía. La ingeniera cuenta que si bien cada integrante del grupo tiene su propia línea de trabajo, las mismas están tan interrelacionadas y a veces no es posible separarlas en tiempo y espacio y agrega: “Somos un grupo muy diverso, en edad, disciplina y experiencia, pero a la vez muy unido y trabajamos realmente en equipo en forma colaborativa”. Además, realizan trabajos en colaboración, potenciando los avances científicos, con grupos de investigación de la Facultad de Ciencias Agrarias, del INTA y también están en  contacto permanente con empresas semilleras de sorgo.

 Elisa cuenta que se siente protagonista de un trabajo dinámico, donde a medida que obtienen respuestas surgen nuevos interrogantes que orientan la investigación a nuevos horizontes y moldean la forma de trabajo en equipo para potenciar las virtudes de cada integrante y explorar el rol transformador de la ciencia en la calidad de vida de las personas. “Muchas veces, y más para los investigadores que provenimos de ramas “duras” de la ciencia, investigar implica conocer, y si bien el conocimiento generado tiene una aplicación o una utilidad, el investigador en general no es partícipe de la aplicación de ese conocimiento ya que el mismo es en general transferido por otros actores a la sociedad. Participar de todas las etapas de este proyecto me da una enorme satisfacción y me permite sentir que estoy aportando mi granito de arena desde mi rol como investigadora para transformar la realidad”, concluye Elisa Erbetta.

Por Daniela Garanzini-Departamento de Comunicación CONICET Mar del Plata