El investigador del CONICET Matías Mastrangelo desarrolló junto al especialista Graeme Cumming del Instituto de Océanos, Universidad de Australia Occidental un modelo conceptual que intenta dar respuesta a los mecanismos subyacentes a la degradación ambiental con especial énfasis en el comportamiento de los individuos. El trabajo de investigación y fue publicado en la revista internacional One Earth.
Mastrangelo, quien lleva adelante su trabajo en la Universidad Nacional de Mar del Plata, explica que el artículo publicado presenta una propuesta conceptual sobre las relaciones de influencia mutua entre las personas y su ambiente y procura contribuir a diseñar soluciones adaptadas y apropiadas para abordar los mecanismos particulares que generan los problemas ambientales. El modelo plantea que ante la presencia de una señal de degradación del ambiente, las personas despliegan procesos de percepción, evaluación y toma de decisiones tendientes a evitar o revertir dicha degradación. Sin embargo, actualmente diversos factores interrumpen ese circuito de retroalimentación entre las personas y el ambiente, lo cual explica la persistencia de los procesos de degradación ambiental.
El potencial impacto de este trabajo tiene que ver con innovar en la forma en que desde la investigación y la gestión del ambiente se aborda el diagnóstico de las relaciones entre este y las personas, y el diseño de intervención es para la sostenibilidad. El modelo puede ser útil para innovar en el diseño de intervenciones orientadas a evitar o revertir la degradación ambiental en Argentina donde las soluciones propuestas a los problemas ambientales suelen tener baja efectividad, pero según el autor no se circunscribe a un país o una región en particular.
“El diseño de la mayoría de las intervenciones que se implementan para evitar o revertir el deterioro ambiental no está basado en un análisis de los mecanismos y procesos que están generando dicha degradación. En general, son intervenciones “prediseñadas” y usualmente muestran baja efectividad. El modelo que proponemos aporta una herramienta para diagnosticar en qué etapa del ciclo se interrumpe la retroalimentación estabilizadora entre las personas y el ambiente y, basándonos en esto, identificar qué tipo de intervención es más apropiada para restaurar el ciclo de retroalimentación interrumpido”, explica el especialista.
Mastrangelo indica que para evitar o revertir la pérdida de biodiversidad se suelen implementar, por ejemplo, intervenciones que aplican igual para todos los individuos que usan los ecosistemas y se asumen que estos tienen un comportamiento homogéneo. Sin embargo, la efectividad de este tipo de intervenciones suele ser tan variable como la diversidad de usuarios de los ecosistemas, que suele ser alta. “Nuestro modelo de diagnóstico ayudaría a identificar los diferentes factores que causan la pérdida de biodiversidad en una área y, a partir de eso, desarrollar intervenciones específicas adaptadas a cómo actúan los diversos usuarios de los ecosistemas”, sostiene el investigador.
El investigador sostiene: “Uno de nuestros interrogantes fue ¿por qué vemos hoy que tres cuartos de la superficie del planeta experimentan degradación ambiental severa con consecuencias negativas para las poblaciones humanas?”. Basándose en la observación de casos concretos y en la revisión de literatura, se intentó responder a esta pregunta enfocándose en los mecanismos psicológicos que subyacen a la toma de decisiones. El modelo diseñado identifica cuatro etapas del ciclo donde las personas suelen interrumpir su retroalimentación estabilizadora con el ambiente.
La falta de percepción de las señales de degradación ambiental interrumpe la primera etapa del ciclo de retroalimentación estabilizadora. Esto se da, por ejemplo, cuando consumidores no conocen la huella ambiental de los productos que consumen porque se producen en sitios distantes o poco visibles. En la segunda etapa, el ciclo se interrumpe por una evaluación deficiente de las consecuencias de la degradación ambiental. Que sucede, por nombrar un caso, cuando productores agrícolas que alquilan la tierra toman decisiones de manejo orientadas solo a maximizar sus beneficios en el plazo del arriendo.
Y aun cuando la percepción y evaluación son efectivas, el ciclo puede interrumpirse en una tercera etapa debido a que el individuo no cuenta con los medios materiales, autoconfianza o conocimiento para evitar o revertir la degradación. Podría ser el caso de productores ganaderos con apego al lugar, pero sin título de tierras, quienes no pueden acceder a créditos para financiar la infraestructura necesaria en un pastoreo sostenible. Finalmente, es posible que el individuo logre tomar decisiones tendientes a la sostenibilidad, pero que estas no sean suficientes para evitar o revertir la degradación ambiental. Esto se da, por ejemplo, cuando un poblador rural conserva el bosque nativo en su predio, pero todos sus vecinos continúan deforestando.
Una forma novedosa de abordar un antiguo problema
El modelo planteado por los investigadores es novedoso por tres motivos:
En primer lugar, porque permite diagnosticar las causas de la degradación del ambiente a partir de un análisis del comportamiento de las personas. “Nuestra propuesta es una aproximación para explicar fenómenos de gran escala mediante mecanismos psicológicos a nivel del individuo, enfatizando procesos que operan de abajo hacia arriba. Cuando en general, son los procesos socio demográficos, socioeconómicos y políticos de gran escala los que han dominado las explicaciones de la degradación ambiental en la literatura enfatizando procesos que operan de arriba hacia abajo”, indica Mastrangelo.
Por otro lado, también discute como los procesos que operan de arriba hacia abajo impiden que los individuos actúen en favor del cuidado del ambiente. Adoptaron una premisa de la teoría de las jerarquías según la cual los niveles inferiores explican y los niveles superiores condicionan. Desde niveles superiores, las asimetrías de poder y las teleconexiones son algunos de los procesos que condicionan la restauración los ciclos de retroalimentación estabilizadores a nivel de los individuos.
Por último, el modelo permite clasificar y ordenar una gran diversidad de síndromes socio-ecológicos, es decir, tipos de relaciones recurrentes entre las personas y el ambiente, según la etapa del ciclo de retroalimentación estabilizadora que se interrumpe en esas relaciones. “La amnesia ambiental y la falta de atribución causal son síndromes que se estudiaron por separado durante mucho tiempo y nuestro modelo los reúne bajo aquellos procesos en los que se produce una evaluación deficiente de las señales de degradación ambiental”, reflexiona el investigador.
El investigador concluye: «Una situación común de encontrar en una zona rural de Argentina es que coexistan en el mismo territorio pobladores locales que son dueños de la tierra, otros que no son de la región y alquilan por pocos años, y otros que son originarios y no tienen título de propiedad. Las razones por las cuales estos usuarios de la tierra están motivados y son capaces de proteger o no el ambiente varían significativamente. Nuestro modelo puede servir para identificar tales factores y, basándonos en esto, diseñar intervenciones a medida de las características y comportamiento de los distintos usuarios de la tierra».