Investigan la distribución de glifosato en el suelo

Un grupo de especialistas del IPADS publicó recientemente un artículo científico con los resultados de su investigación sobre la distribución del herbicida en los diferentes estratos del suelo.


Virginia Aparicio, investigadora del Instituto de Innovación para la Producción Agropecuaria y el Desarrollo Sostenible (IPADS, INTA-CONICET), lidera la investigación que fue publicada por la revista Journal of Soils and Sediments donde se analizaron propiedades y presencia de glifosato y ácido aminometilfosfónico (AMPA) en suelos bajo distintos tipos de labranza.

La investigadora explica en el artículo que encontraron que las propiedades del suelo y la concentración de glifosato y AMPA no son homogéneas en los primeros veinte centímetros de profundidad, siendo mayor en la superficie.

Además, hallaron que el estrato superficial del suelo, llamado epipedón mólico, puede acumular AMPA debido a su mayor contenido de carbono orgánico, que es superior en comparación con otros suelos argentinos. El epipedón es un horizonte de diagnóstico superficial del suelo que, en la región pampeana argentina es de color oscuro, rico en materia orgánica bien humificada, saturado en moléculas cargadas positivamente, estructurado y espeso que tiene más carbono orgánico porque se desarrolló en climas templados y en ecosistemas de pastizales. “Esta información es importante para entender el impacto del uso de productos de protección para las plantas (PPP) en la calidad del suelo y en la salud humana”, asegura Aparicio.

La especialista indica que el contenido de carbono orgánico fue diferente sólo en los primeros cinco centímetros cuando compararon suelos que fueron trabajados durante más de quince años con los dos tipos de labranza, siembra directa y labranza convencional. Además, hallaron que la porción superficial de los suelos, tienen mayor concentración de glifosato y AMPA, y a su vez están potencialmente más expuestos a erosión hídrica y eólica. Por lo tanto, este material podría transportarse hacia otros campos o cuerpos de agua, enriquecido con el herbicida o su producto de degradación y depositarse en otros campos o causes de agua.

La investigadora añade que, según los resultados hallados, es imperativo reducir el uso de glifosato en la producción agropecuaria nacional. Es importante fomentar ´´prácticas agrícolas más sostenibles y responsables”, entre las que señala reducir el uso de plaguicidas, aumentar su eficiencia de uso y producir cultivos y rotaciones con diferentes especies. Estas medidas aumentan la diversidad de organismos del suelo, de insectos y generan competencia natural con las malezas. Además, resulta favorable incorporar, siempre que sea posible, la ganadería en el sistema productivo, realizar cultivos puente o de cobertura para no dejar el suelo desnudo, imposibilitado o disminuyendo los procesos de erosión o degradación del suelo.

En el trabajo, además, incluyeron la estimación de la eficiencia de uso de glifosato (GUE) para cada sistema de labranza. Se trata de un cálculo que puede ser fácilmente adoptado por el agricultor para planificar el uso de los plaguicidas. Este concepto es novedoso y propone una mirada crítica al uso de PPP para la producción de granos y fibras. “Este trabajo científico contribuye a fortalecer las iniciativas de los agricultores a cuidar el suelo y reducir el uso de PPP en Argentina. Personalmente, creo que estos resultados son importantes porque demuestran la necesidad de buscar alternativas al uso de PPP en la agricultura para reducir su impacto ambiental y promover la sostenibilidad a largo plazo”, agrega Aparicio.

El análisis se llevó a cabo en experimentos de larga duración, es decir que los campos evaluados se trabajaron durante quince años con labranza tradicional y siembra directa, y luego compararon la evolución de las propiedades del suelo frente a la aplicación del herbicida. Participaron de los ensayos las Estaciones Experimentales Agropecuarias (EEA) INTA: Balcarce, Bordenave, Marcos Juárez, Paraná y Pergamino, mientras que los análisis de laboratorio se realizaron en el IPADS.

La especialista comenta: “La Argentina es un país agro-productor, su capital más importante son los recursos naturales y humanos. El suelo, sobre el que se genera la producción de alimentos, fibras y granos, cumple varias funciones entre las que se encuentra reducir la presencia de plaguicidas que podrían llegar al agua subterránea”.

“Aunque en principio la sociedad pueda percibir estos resultados como demasiado alejados de su interés, todos debemos cubrir nuestras necesidades básicas de alimentación e hidratación y tanto el agua como el suelo donde se producen nuestros alimentos no deberían exponernos al contacto con plaguicidas que pondrían en riesgo nuestra salud. Desde ese punto de vista, creo que nuestro trabajo es un servicio social valioso ya que generamos resultados que nos permiten pensar sociedades ambiental y humanamente más responsables”, concluye Aparicio.

Forman parte del grupo que publicó el trabajo los investigadores del INTA José Luis Costa y Eduardo De Gerónimo perteneciente al CONICET, que trabajan en el IPADS, Franco Frolla de la EEA INTA Bordenave, German Domínguez de la Facultad de Ciencias Agrarias, de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Carlos Galarza de la EEA INTA Marcos Juárez, Pedro Barbagelata de la EEA INTA Paraná, Alicia Irizar de la EEA INTA Pergamino y Artemio Cerda del Departamento de Geografía de la Universidad de Valencia.

Por Daniela Garanzini para el CONICET Mar del Plata