En la noticia publicada en medios locales el 11 de enero, se muestra a pescadores de caña en una embarcación semirrígida, con la captura de ocho tiburones de la especie conocida como “escalandrún” (Carcharias taurus), en aguas de la provincia de Buenos Aires. La reglamentación vigente en esta provincia establece que los tiburones de las especies escalandrún, bacota (Carcharhinus brachyurus), gatopardo (Notorynchus cepedianus), martillo (Sphyrna zygaena) y cazón (Galeorhinus galeus), solamente pueden ser pescados con caña mediante la modalidad “pesca y devolución”. A nivel nacional, los buques comerciales no pueden desembarcar tiburones mayores de 1,6 metros de longitud total en ningún puerto argentino.
“Estas reglamentaciones tienen como objetivo conservar y hacer un uso sustentable de las poblaciones de grandes tiburones del Mar Argentino. Se basan en análisis de la biología de esas especies en aguas argentinas, que indican que estos tiburones tienen un muy bajo ritmo reproductivo y que sus poblaciones han sufrido disminuciones severas. En el caso del escalandrún, sabemos que es un tiburón de aparición estacional en Argentina”, explica Barbini.
La evidencia actual indica que esta especie se mueve entre Argentina, Brasil y Uruguay, por lo que se ve afectado por pescadores de los tres países. Las hembras se reproducen a partir de los 14-15 años de edad. A partir de ahí, dan a luz a dos crías en cada parición, lo que ocurre con una frecuencia de una vez cada dos años, como máximo.
Lucifora remarca que “Las costas bonaerenses tendrían una gran importancia en el ciclo de vida de esta especie, ya que es en estas aguas en donde tendría lugar el apareamiento. Las proyecciones poblacionales del escalandrún en Argentina, realizadas por 4 métodos estadísticos distintos, indican que la abundancia de esta especie ha disminuido drásticamente en el país. En efecto, la población de este tiburón compartida entre Argentina, Brasil y Uruguay está catalogada como “En Peligro Crítico de Extinción” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza”. Es decir que la población se está enfrentando a un riesgo de extinción extremadamente alto en estado de vida silvestre.
El escalandrún, a pesar de su aspecto feroz, es un tiburón inofensivo. Se alimenta de peces medianos (principalmente pescadillas, corvinas, gatuzos, rayas) y su dentición no está adaptada a cortar trozos de sus presas. Por este motivo, en general, traga a sus presas enteras y no se alimenta de presas mayores que el tamaño de su boca. “Esto hace que trate al anzuelo con carnada de la misma manera. Por consiguiente, el anzuelo generalmente se clava en sus órganos internos (estómago, hígado, esófago, corazón), causando serias lesiones, que ponen en duda la supervivencia de los individuos devueltos al agua”, agrega Lucífora. Para evitar estas lesiones, los pescadores de tiburones responsables colocan a unos 30 centímetros del anzuelo una boya mediana que evita que el animal se trague el anzuelo y, de esta manera, tenga más posibilidades de supervivencia al ser devuelto al mar.
Por otro lado, en otra noticia relacionada, un pescador de Santa Clara del Mar grabó un video de un tiburón nadando en la rompiente de una playa, convirtiéndose en una publicación viral y ampliamente difundida por los medios de comunicación. “Es muy difícil hacer una identificación positiva de una especie de tiburón contando solamente con una imagen de la aleta dorsal. Sin embargo, la forma muy redondeada del ápice de la aleta que se observa en el video, sugiere que la especie avistada es un tiburón sardinero (Lamna nasus). Esta especie puede alcanzar los 3,5 m de longitud total y se alimenta de peces pequeños, por lo cual no es una especie peligrosa para el hombre. A pesar de ser más común en alta mar, se aventura en aguas muy costeras. De hecho, en los últimos años, se han registrado apariciones de tiburones sardineros, incluyendo varamientos, en las playas entre el norte de Mar Chiquita, la boca misma de Mar Chiquita, la Escollera Norte de Mar del Plata y Chapadmalal”, concluye Barbini.