Los nombres propios que, habitualmente, son asociados con la invención y el desarrollo del automóvil son masculinos. Es el caso de Henry Ford, Karl Benz, Gottlieb Daimler o Ferdinand Porsche, entre otros. Sin embargo, diferentes mujeres han tenido un papel importante en la industria automotriz, pero no reciben el reconocimiento que se merecen.
Una de ellas fue Bertha Benz, esposa de Karl Benz, que en el año 1888, se convirtió en la primera persona en realizar un viaje en automóvil entre dos ciudades junto a sus dos hijos adolescentes. “Aunque su esposo no supo del viaje hasta que llegó a destino, el objetivo principal de Bertha era promocionar el invento de su esposo”, comenta Poó.
Otra de ellas fue Dorothy Levitt, conductora británica y piloto de carreras, quién estableció varios records de velocidad y de distancia entre 1903 y 1905. “Levitt fue la primera en patentar el espejo retrovisor. La idea se le ocurrió porque utilizaba su espejo de mano para ver que ocurría detrás de ella”, señala el investigador y agrega “curiosamente, o no tanto, no fue hasta que caducó la patente que empezó a incluirse el espejo retrovisor en la fabricación de automóviles”.
El limpiaparabrisas también fue un invento femenino, su invención fue en el año 1903 por Mary Anderson. Otra mujer notable fue Alice Rampsey, quién fue la primera en unir las costas Este y Oeste de Estados Unidos en 1909, con solo 22 años de edad.
Mary Ward también pasó a la historia debido a los automóviles, pero en este caso como la primera víctima de un siniestro. Fue atropellada por el mismo vehículo en el que viajaba, después de salir despedida cuando el auto se topó con un bache en el camino. En ese entonces, el cinturón de seguridad no había sido inventado. “Además, Ward fue una persona entusiasmada por la ciencia, quien se educó de manera autodidacta ya que las mujeres no tenían permitido realizar estudios superiores en aquel entonces. De todos modos, fue la primera mujer en escribir y publicar un libro sobre microscopía”, comenta Poó.
En la Argentina, una pionera en la conducción de autos fue Victoria Ocampo. “Su presencia al volante solía generar escándalo, desaprobación y hasta la expresión prejuiciosa «machona», cuando la veían manejando por las calles de Buenos Aires. Si bien Victoria no fue la primera mujer en tener licencia habilitante, conducir un auto era para ella un gesto de independencia que se inscribía en su lucha por la equidad de género, causa que militó de muchas maneras”, explica el investigador.
En la actualidad, las mujeres, a diferencia de Mary Ward, pueden estudiar en la universidad y no reciben una mirada de desaprobación al conducir un auto como le sucedió a Victoria Ocampo. Sin embargo, es posible y hasta habitual, escuchar aseveraciones falsas de que conducen peor que los varones o expresiones peyorativas cuando comenten algún error.
A lo largo del tiempo, si bien las mujeres fueron accediendo a puestos jerárquicos en la industria automotriz, aún su lugar sigue siendo minoritario. Este fenómeno habitual en el ámbito laboral, es conocido como “techo de cristal”. En puestos no jerárquicos, como conductoras profesionales, transporte de carga y de pasajeros, la proporción de mujeres es mucho menor que la de varones. Sin embargo, “no existe ninguna razón relacionada con capacidades diferenciales que lo justifique. Más aún, la evidencia científica existente indica que las mujeres son conductoras más seguras que los hombres”, indica Poó.
Existen culturas que son menos igualitarias que otras en cuestiones de género. Es el caso de Arabia Saudita donde por decreto real, las mujeres tienen derecho a conducir recién desde el año 2017. “En nuestro país, existe desde hace mucho tiempo ese derecho, sin embargo, solamente un tercio de las licencias de conducir pertenecen a mujeres. Diferencias como estas, menos ostensibles, esconden desigualdades en el acceso a la movilidad, y en consecuencia, al espacio púbico, al trabajo, a la educación, y al pleno desarrollo de las capacidades”, finaliza Poó.