La novedosa modalidad de encuentro, que durante el aislamiento obligatorio convoca a cientistas sociales a compartir sus investigaciones mediante videoconferencia denominada “Quedate en casa y hacé historia” tuvo su primera reunión el jueves 16 de abril y en este marco las investigadoras del CONICET Mar del Plata, Inés Pérez y María Bjerg de la Universidad Nacional de Quilmes, presentaron su artículo de reciente publicación “Infanticidio en una casa de mujeres. Maternalismo y compasión en la Buenos Aires de inicios del siglo XX». La actividad, que reunió a científicas y científicos de Mar del Plata, Rosario, La Pampa, fue organizada por la doctora Sandra Fernández y su equipo del Instituto de Investigaciones Socio Históricas Regionales (ISHIR, CONICET-UNR).
La doctora Laura Pasquali coordinó la reunión y al comienzo indica “Me pareció muy oportuno presentar este trabajo porque la temática pone foco en una escala acotada, pero, a la vez, articula varias dimensiones de la Historia argentina ente los siglos XIX y XX”.
María Bjerg e Inés Pérez trabajaron con un caso judicial basado en un infanticidio cometido en abril de 1097 por María Diez, una joven de 18 años, inmigrante española, que brindaba servicios domésticos en la casa de la médica Cecilia Grierson en la ciudad de Buenos Aires.
Elección metodológica del caso
María Bjerg centró su exposición en los aspectos metodológicos del trabajo y con respecto a la fuente, señaló que se trató de un expediente criminal a raíz de un infanticidio, un hecho completamente corriente en la Buenos Aires de fines de siglo XIX y principios del XX, época en la cual las mujeres pobres, sirvientas, inmigrantes cometían infanticidios, morían en abortos clandestinos o abandonaban a sus bebés recién nacidos. “Un tema como el infanticidio ha sido extensamente abordado por la historiografía no solo local sino también internacional”, señala Bjerg.
“Mientras estaba buscando expedientes en el Fondo de Justicia Criminal del Archivo General de la Nación, me llamó mucho la atención un expediente que tenía el nombre de Cecilia Grierson, en ese momento no supe bien qué hacer con él, pero me di cuenta de que era algo muy relevante, entonces lo fotografíe y después busqué una socia, Inés Perez, y nos pusimos a trabajar juntas”, comparte la investigadora.
“Lo que resolvimos fue ubicar la interpretación de nuestro caso centrándonos no en la infanticida o en el infanticidio sino en Ceclia Grierson, esta renombrada médica y mujer pública con un costado burgués de la clase alta, muy respetada y reconocida de la Buenos Aires de la época” indicó Bjerg y añadió: “Para poder interpretarlo, pusimos foco en las emociones y trabajamos puntualmente con la compasión, tomándola como un concepto o como una disposición emocional amplia con múltiples sentidos. Por otro lado, propusimos el cruce de esa emoción con la cuestión del género, y a su vez el género cruzado con la cuestión de la clase, y ahí María Diez, la infanticida, cobra de nuevo relevancia en nuestra interpretación y aparece el maternalismo o la retórica maternalista, propiciada y defendida por la propia Grierson, quien tiene una larga trayectoria de militancia feminista”, explica Bjerg.
Para poner en contexto al caso, las investigadoras utilizaron otros documentos sobre infanticidios, tanto expedientes judiciales como noticias policiales de la prensa. En ese marco se encontraron con un caso que corre prácticamente en paralelo con el de María Diez, el de Carmen Trova Vazquez, también inmigrante española, quien degüella a su bebé después de dar a luz en el Hospital San Roque e inmediatamente tira el cadáver detrás del Hotel de Inmigrantes. “Ese caso, que tuvo una gran repercusión en la prensa de la época y otros, que habíamos visto alrededor del infanticidio de María Diez, nos permitieron de alguna manera contextualizar por aproximación y tener algún terreno más firme para algunas de nuestras interpretaciones, que son conjeturales”, señala Bjerg.
El relato
Inés Pérez, investigadora adjunta del CONICET, con lugar de trabajo en la Facultad de Humanidades de la UNMDP, se encargó de reponer algunos elementos del propio infanticidio y en este marco indica “Hay algunos datos que son interesantes. El primero es que María Diez había empezado a trabajar en la casa de Grierson dos días antes de los acontecimientos, recomendada por la cocinera de otra mujer de la elite, la señora Catalá. Otro dato a tener en cuenta es que María Diez era una inmigrante española, pero había hecho además una segunda migración, desde Puan, un pueblo de la provincia de Buenos Aires donde estaba su familia y adonde ella había quedado embarazada, hacia la ciudad de Buenos Aires”
“El bebé aparecía con signos de estrangulamiento, con marcas en el cuello y también con un golpe en la cabeza. Lo que declara María ante el juez es, que como estaba sola al parir, hizo unas maniobras extrañas que fueron el origen de esas marcas; que el bebé se le cayó y por eso tenía un golpe en la cabeza, que fue lo que finalmente lo mató. Grierson no avaló el testimonio de María, pero tampoco la hipótesis del estrangulamiento, que fue la que sostuvo el médico que atendió al bebé en el Hospital San Roque y que fue quien realizó la denuncia”, agrega Pérez.
“Nos preguntamos el por qué de esa ambivalencia en el testimonio de Grierson y ahí es adonde empezamos a jugar con esos dos elementos, el maternalismo y la compasión para pensar, por un lado, cómo Grierson se constituyó como figura pública, ya que fue la primera mujer en recibirse de médica en Argentina y tuvo una largar trayectoria feminista politizando el maternalismo, y por otro lado, cómo el abandono de niños y el infanticidio aparecían como prácticas intensamente condenadas desde ese discurso maternalista”, expone Pérez.
“Lo que sostuvimos en nuestro artículo es que quizás la ambivalencia del testimonio de Grierson estuviera dada por el contacto cotidiano que no solamente ella sino también de las enfermeras del Hospital San Roque tenían con mujeres de sectores populares que se enfrentaban diariamente a situaciones de pobreza, de privaciones, que seguramente incidían en las decisiones que tomaban. Ahí encontramos una primera articulación entre género y clase, una politización de la maternidad que tiene un peso central en cómo Grierson construye su figura pública y al mismo tiempo una tensión a ese discurso que surge de su contacto cotidiano con mujeres de sectores populares” señala la investigadora y añade: “Esta clave interpretativa vuelve a poner a la clase en el centro del análisis porque la compasión es una emoción que, a diferencia de la empatía, no supone un punto de igualación sino que supone una distancia y una jerarquía. Se puede pensar en la compasión hacia la infanticidas casi como una disposición de clase, como un lenguaje de clase para pensar, para referirse o para aproximarse a estas mujeres de sectores populares.”
La investigadora cuenta que finalmente María fue condenada en una segunda instancia judicial, debido a que en la primera instancia fue absuelta. “De hecho, en un momento el juez de primera instancia vuelve a citar a Grierson y a Boero, que fue el médico que había atendido al niño, y pareciera que los volvió a citar para inducirlos a decir que había sido un accidente porque quería absolverla, pero en la segunda instancia entienden que la explicación que dan Grierson y Boero es inverosímil y condenan a María a 6 años y medio de prisión”, explica Pérez.
“Nuestro artículo problematiza las relaciones asimétricas y jerarquizadas entre mujeres y cómo las mujeres de sectores populares resolvían la maternidad o la no maternidad en el marco de relaciones con otras mujeres. Los varones sólo intervenían cuando ya no había vuelta atrás” indica Pérez y agrega: “Por otro lado, el honor tiene un lugar central para explicar por qué las infanticidas cometieron ese crimen, para comprender los repertorios culturales y los patrones de comportamiento de los sectores populares, e incluso para entender no solo a las infanticidas sino también a sus familiares. La protección del honor es la que explica que María haya migrado de Puan a Buenos Aires, para alejarse de su familia, de sus padres, pero también es lo que explica que dos días antes de los acontecimientos que dan origen a este caso haya dejado la casa de Catalá para ir a trabajar a la casa de Grierson. En este sentido, podemos pensar en una definición más amplia de familia, donde lo que se pone en jaque no es solamente el honor de sus padres sino también el de sus empleadores”.
Cierre de la actividad
Luego de la exposición de las investigadoras se abrió un espacio de preguntas e intercambio de comentarios, en el cual, todas y todos los participantes agradecieron la disertación y se nutrieron de la multiplicidad de aportes y puntos de vistas.
La doctora Sandra Fernandez organiza y coordina junto a su equipo este ciclo de videoconferencias “Quedate en casa y hacé historia”, que se lleva a cabo con el objetivo de seguir estudiando, compartiendo y debatiendo, a pesar de estar en aislamiento. Es una manera de estar cerca, en los tiempos que corren.
Por Ana Paradiso
ISHIR