PERVIRAL: el primer spray antiviral y antibacterial generado por científicas marplatenses y bahienses

Es el primer spray antiviral-antibacteriano que puede ser utilizado sobre barbijos, máscaras y todo tipo de telas, aumentando hasta diez veces la protección.


En diciembre pasado, el CONICET y los Laboratorios Elea Phoenix S.A. firmaron la licencia para la producción del spray PERVIRAL desarrollado por el CONICET, la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) y la Universidad Nacional del Sur (UNS), proyecto liderado por las científicas del CONICET Vera Álvarez, cuyo lugar de trabajo es el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA, UNMPD-CONICET) y Verónica Lassalle, perteneciente al Instituto de Química del Sur (INQUISUR, UNS-CONICET).

PERVIRAL, es el primer spray antiviral-antibacteriano que puede ser utilizado sobre barbijos, máscaras y todo tipo de telas, aumentando hasta diez veces la protección. Funciona creando una película protectora que inactiva de forma instantánea los virus de tipo coronavirus y que, de usarse sobre los barbijos, se convierte en una protección más para el cuidado de la salud. A través de la síntesis de materiales de base polimérica, de bajo costo, simple preparación e implementación, se logró este desarrollo científico en formato spray.

“El proyecto surge a partir de una beca doctoral que dirigimos junto a la doctora Verónica Lassalle de Bahía Blanca. Ambas tenemos a una becaria en común, y empezamos a ver que los materiales con los que trabajábamos podían llegar a tener actividad frente al coronavirus. Entonces lo que hicimos fue redireccionar nuestra investigación para ofrecer una respuesta a esta necesidad de contar con medios y recursos para ayudar a cortar el contagio y frenar la circulación del virus. Encontramos que el material en forma de gel que usábamos en la beca y en otras aplicaciones en las que trabajamos en ambos grupos, tenía esas propiedades. Así fue que adaptamos nuestra investigación para poder dar respuesta a una parte importante de la pandemia que es la prevención”, explica Álvarez.

Por su parte la científica bahiense agrega: “Para lograr que nuestras investigaciones trasciendan las paredes del laboratorio es fundamental el trabajo interdisciplinario, eso en mi opinión fue en nuestro caso, el factor clave que determinó que se pudiesen cubrir de manera adecuada las distintas aristas involucradas en este trabajo. Hemos considerado desde el principio este proyecto como una herramienta de vinculación más que un mero proyecto de investigación tendiente a proveernos de financiamiento. Desde que nos notificaron el otorgamiento de la IP COVID nos comprometimos en fijar cronogramas y actividades que nos permitieran concluir con un desarrollo en los tiempos que la pandemia exigía, es decir, llegar a realizar un aporte concreto a la sociedad”.

El proyecto, planteado en conjunto entre el Grupo de Materiales compuestos (CoMP) del INTEMA y el Grupo de Nanomateriales Híbridos Aplicados (NanoHiAp) de INQUISUR, apunta a aprovechar las propiedades antivirales, pero también antifúngicas y antimicrobianas, de un biopolímero conocido como quitosano, para producir materiales híbridos que permitan proteger diferentes tipos de superficies del SARS-CoV-2 y otros patógenos, haciendo que se inactiven -es decir, pierdan posibilidad de replicarse e infectar- al entrar en contacto con ellas.

El equipo formado por Lassalle y Álvarez se presentó en la convocatoria de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) en su concurso de Ideas-Proyecto (IP) relacionados con COVID-19. La misma estuvo abierta entre el 27 de marzo y el 10 de abril de 2020. El proyecto, titulado “Desarrollo de geles, films y recubrimientos poliméricos para la elaboración de materiales de protección y de inactivación del COVID-19 de distintas superficies”, fue seleccionado entre 910 ideas proyectos (IP) de las cuales se seleccionaron 64 para su presentación definitiva.

Aunque en principio el proyecto apuntaba al desarrollo de geles, films y recubrimientos poliméricos para la elaboración de insumos de protección para el sector sanitario, lo que se buscó es que las formulaciones antivirales en base a quitosano pudieran impregnarse a las telas –al igual que un pigmento o un colorante- sin tener que alterar el proceso de producción industrial. También se decidió incorporar el desarrollo de un spray que puede aplicarse también a otras superficies, como madera, vidrio, metal y plástico, y formar un film protector que tenga cierta perdurabilidad. Esta parte del proyecto es la que ha avanzado y con la que se concretó la licencia con Laboratorios Elea Phoenix S.A. para producir y comercializar PERVIRAL.

Álvarez comenta que “hace más de una década que venimos trabajando en diversos desarrollos que impliquen el aprovechamiento de este polímero biodegradable y biocompatible que se obtiene a partir de desechos de la industria pesquera, como los exoesqueletos de crustáceos, que normalmente se apilan en las costas y generan desordenes ecosistémicos y un impacto ambiental negativo. Así, la serie de proyectos que compartimos con el equipo de Verónica, y que involucran la producción de materiales para la remediación ambiental, aplicaciones biomédicas, bioinsumos y textiles funcionales, se insertan en lo que se conoce como economía circular”.

Lassalle añade: “se trata de un nuevo paradigma, en el área de materiales porque permite proporcionar valor agregado a productos de desecho o residuos (algunos de ellos masivos y que muchas veces representan un problema en cuanto a su disposición final) que retornan al circuito de consumo mediante un proceso económico, eco amigable y de simple implementación. No solo en este proyecto sino en otros orientados a la vinculación, estamos trabajando en este sentido desde NanoHiAp”.

Lo que se obtiene de este trabajo es un material híbrido polimérico-inorgánico, y lo principal es que, además de ser antiviral y desinfectante, puede incluirse en matrices de distinto tipo, generando un efecto antiviral residual que los desinfectantes que se encuentran en el mercado no poseen. “El virus interactúa de manera química con este polímero que es la base de nuestro material y de alguna manera se destruye la membrana del virus, lo que lo inactiva, entonces esa sería la manera a través de la cual va a inhibir la infectividad de la partícula viral”, detalla Álvarez.

El trabajo también incluye el aporte de investigadoras y becarias de otros organismos científicos con otras capacidades de servicio como el Centro de Investigación Veterinaria de Tandil (CIVETAN, CONICET-UNCPBA-CICPBA), el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Bahía Blanca (INIBIBB, CONICET-UNS) y el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Biotecnología (INBIOTEC, CONICET), en los que se realizaron ensayos sobre las propiedades antivirales, antimicrobianas y antifúngicas de los materiales.

Sobre este aspecto Lassalle señala: “Considero que el trabajo cooperativo potencia las capacidades de los integrantes del equipo y permite alcanzar este tipo de resultados. Es de destacar que tanto Vera como yo, pero además la totalidad de los integrantes de este proyecto compartieron esta visión y trabajaron con muchísimo compromiso y responsabilidad para conseguir el resultado final”.

Álvarez participa en varios proyectos científicos con alto impacto social. “Desde mi lugar de científica siento que la Ciencia y la Tecnología han vuelto a ser una política de Estado y parte de la demostración de esto es la decisión de invertir en proyectos de este tipo liderados por científicos/as argentinos/as para la detección, prevención y posible vacuna contra la COVID-19”, señala.

Y agrega: “Un aspecto que me gustaría destacar de estos desarrollos es la forma en la que se integraron diferentes conocimientos para hacerlos posibles: de distintas disciplinas científicas, pero también del lado de los saberes industriales. Por eso prefiero hablar de vinculación tecnológica antes que de transferencia, como si el sector productivo fuera un mero receptor pasivo de lo que nosotros le trasladamos Se trata, en realidad, de un diálogo mucho más rico, que marca un camino para que la ciencia pueda ayudar a resolver problemas en nuestro país y ganar soberanía científica y tecnológica”, concluye la joven y multipremiada investigadora marplatense.